El caso es que me gustaría que me dijérais si os gusta este par de parrafillos de una novela que estoy escribiendo.
Cruzo la calle, y bordeo la casa
de mi vecino. Sigo caminando, pasando junto a docenas de casas, todas
tan diferentes... Muchas parecen pertenecer a gente rica, otras son
muy pobres, casi cabañas, y otras, son tan normales y humildes como
la mía. Está claro que algunos han tenido más suerte en la vida
que otros. Las riquezas están, por desgracia, desigualmente
repartidas por aquí.
A menudo mi mente deja la realidad
a un lado, y comienzo a soñar con el día en que los gobiernos sean
sumidos en la más completa destrucción. La mayor parte de las
personas pensamos así, porque la forma de tratar a los ciudadanos es
injusta, indigna, y poco civilizada. Río, al pensar que tal vez los
miembros del consejo, que se supone que tienen que ser los más
concienzudos a la hora de tomar decisiones por el país, sean los más
tercos, e incluso inexpertos. Conozco personas, grandes personas, que
se ganan la vida fabricando papel a partir de la celulosa de los
árboles, y son muchísimo más inteligentes que algunos de los
miembros del consejo de nuestra nación. Pero sólo se llega a
consejero del gobierno siendo el más fuerte. Y el más fuerte es,
terriblemente, el que más tiene. ¿Y cómo se llega a tener más?
Pisoteando y pasando por encima de los demás. Es horrible, pero,
gracias al cielo, a algunos aún nos queda la decencia de, aun siendo
más fuertes que otros, nos quedamos donde estamos, a veces incluso
ayudando a los que más lo necesitan. Si por mí fuera, sería un
representante del gobierno de alto rango, porque me habría ganado la
vida como asesino a sueldo.
¿Qué opináis? ¿Qué tal se me da la narración?
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